AVENTURAS

La etimología de aventura nos traslada a la lengua latina: su vocablo aventura puede traducirse como aquello que vendrá o acontecerá. La noción suele emplearse en alusión al acontecimiento, el hecho o el evento que, por algún motivo, resulta fuera de lo común.

Por ejemplo: “Ayer vivimos una aventura ya que perdimos el tren y tuvimos que caminar varios kilómetros para regresar al hotel”“Esta montaña es perfecta para los amantes de la aventura”“Convertirme en padre resultó una aventura para mí”.

La idea de aventura se vincula a una experiencia que acarrea ciertos riesgos y cuyo protagonista puede estar a merced de sucesos imprevisibles. Las aventuras pueden comenzar de forma espontánea e involuntaria, sin que la persona las busque. En otros casos, el sujeto impulsará una acción para tratar de vivir la aventura en cuestión.

Tomemos el caso de una familia que se dirige a su destino de vacaciones pero que, en medio de la noche, sufre la rotura de su automóvil en un camino poco transitado. Mientras aguardan la llegada de ayuda, deciden acampar junto al vehículo. De esta manera se ven forzados a vivir una aventura que no estaba en sus planes.

En cambio, un joven que decide recorrer la Patagonia como mochilero, escalando montañas y nadando en lagos, realiza su viaje en busca de aventuras.

Las relaciones románticas informales, ocasionales o clandestinas también se conocen como aventuras: “No le digas nada a nadie, pero estoy viviendo una aventura con mi vecino”“El actor fue descubierto por su esposa en una aventura”.

Aventura también es el género de películas y de obras literarias que apuesta por el entretenimiento a través de las vivencias arriesgadas de los protagonistas. “La vuelta al mundo en ochenta días”, del francés Julio Verne, es un ejemplo de novela de aventuras.

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